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El papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, el primer pontífice no europeo en casi mil 300 años, murió este lunes 21 de abril, mientras se desarrollaba el Jubileo de la Esperanza, el Año Santo convocado por él mismo para este 2025.

La muerte del pontífice en medio de este ciclo litúrgico obliga al Vaticano a implementar el protocolo de sede vacante y reestructurar el calendario de celebraciones previsto para el año jubilar.

El Jubileo no se interrumpe por la muerte del Papa que lo convocó. La Iglesia mantiene su curso litĆŗrgico, apoyada en una estructura institucional que garantiza la continuidad de los actos programados. En este caso, el Jubileo de la Esperanza —que contempla mĆ”s de treinta celebraciones centrales a lo largo del aƱo— seguirĆ” vigente, aunque con eventualesĀ modificaciones en la agendaĀ y bajo una nueva conducción papal una vez finalizado el cónclave.

La Curia romana cesa en sus funciones con la muerte del pontífice. Permanecen en sus cargos el Camerlengo, el Gran Penitenciere, el cardenal vicario de Roma y otras figuras específicas vinculadas a la gestión caritativa y diplomÔtica. Esta estructura asegura la continuidad operativa de los actos religiosos, incluidos los del Jubileo.

Este lunes, el Camerlengo confirmó la muerte del Papa, suspendió todas las audiencias oficiales y comenzó la organización del funeral, que se celebrarÔ entre el cuarto y el sexto día posterior. Durante este período, el gobierno de la Iglesia queda a cargo del Colegio de Cardenales, que se reunirÔ posteriormente en cónclave para elegir al sucesor.

El protocolo de sede vacante implica también el cierre del lugar de fallecimiento del Papa, la custodia de sus efectos personales y la preparación de los ritos fúnebres, en un calendario que ahora deberÔ coexistir con las celebraciones del Año Santo.

La superposición entre el fallecimiento del Papa, el funeral y el cónclave, por un lado, y las actividades jubilares, por el otro, obliga al Vaticano a reorganizar el cronograma previsto. Algunas celebraciones podrían ser suspendidas o modificadas, mientras que se incorporarÔn actos litúrgicos en memoria de Francisco. Las autoridades eclesiÔsticas deberÔn coordinar también nuevas medidas de seguridad y gestión de multitudes.