El peso registra su mejor desempeño para un proceso electoral en 5 décadas

En marzo de 1994 México se cimbraba con el crimen del candidato presidencial oficialista, Luis Donaldo Colosio Murrieta, quien muy probablemente sería el sustituto del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. 

Junto con México la economía se cimbró y en cierto sentido colapsó, pero lo que sí colapsó definitivamente aunque tardaría todavía algunos meses, sería el régimen cambiario vigente, si de por sí el peso enfrentaba un panorama incierto, el magnicidio de marzo de hace 30 años sumió al peso en el capítulo más oscuro de la historia.

Seis años después, en la elección del año 2000, la incertidumbre de una posible transición política por primera vez en siete décadas ante el empuje del entonces candidato opositor y a la postre primer presidente del país ajeno al hasta entonces dominante Partido Revolucionario Institucional (PRI), generó periodos de incertidumbre e inestabilidad en el tipo de cambio.

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Para 2006 la disputa electoral fue tan intensa y con un resultado tan cerrado, que nuevamente la incertidumbre se apoderó del tipo de cambio y algunos periodos de volatilidad llevaron al peso a cierto nivel de depreciación (aproximadamente 18 por ciento en su peor momento).

En la elección de 2012 se consideraba que un candidato tenía amplias posibilidades de ganar las elecciones por sobre los demás, lo que efectivamente sucedió con Enrique Peña Nieto, quien regresó al PRI al gobierno de este país. 

Aún así los inversionistas prefirieron tomar precauciones y recortaron posiciones provocando una ligera depreciación del peso de 5 por ciento, en los meses previos a las elecciones.

Finalmente, durante la elección presidencial más reciente, la de 2018, el peso reportó una depreciación de 5.5 por ciento en los meses previos a la elección y de 2.1 por ciento en los meses posteriores e incluso en el primer trimestre del actual sexenio.

Si bien los inversionistas tenían cierto temor por la ventaja del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, prefirieron no entrar en pánico pero sí en cierto rango de precaución.

Hoy, a menos de tres meses de que se lleve a cabo la elección que casi con toda seguridad llevará a la presidencia del país por primera vez a una mujer, el peso enfrenta un escenario inédito, y cuando menos en este momento la mayoría de los analistas consideran que la moneda mexicana podría mantenerse en la misma tendencia incluso más allá del día D, es decir del próximo 2 de junio.

El peso, panorama desconocido en casi 5 décadas

Al margen de las encuestas, que señalan hasta el momento una clara ventaja para una de las candidatas, de hecho para la candidata oficialista, el peso parece no reaccionar negativamente a nada.

El panorama que vemos hasta el momento para el peso es inédito en varias décadas, para ser precisos, ni siquiera es un escenario diferente desde 1994 sino desde 1982; la última ocasión que el peso enfrentó un escenario más o menos estable fue en la ya muy lejana elección de 1976, es decir hace caso 5 décadas.

En periodos como los actuales, la política y la economía coinciden; de hecho es el periodo en el que la política parece ser un referéndum para la economía, y si eso es cierto entonces por un lado el desempeño del peso está reflejando y avalando el desempeño de la economía en la presente administración, o cuando menos de algunas variables.

Pero en estos tiempos un balance interno sería muy limitado, sobre todo considerando el papel de México en el concierto internacional como una de las economías de mayor apertura comercial en el mundo, lo que ha colocado al peso como una de las divisas más negociadas de los mercados globales, de hecho es la más negociada de los mercados emergentes.

Lo cierto también es que la divisa enfrenta un escenario que hace muchos años no se observaba al cierre de un sexenio, es el mejor desempeño sexenal en la era de la libre flotación, así sea preponderantemente por factores globales.

En lo que va del año, la divisa mexicana registra una apreciación de 1.35 por ciento consolidándose como una de las divisas más apreciadas en el mundo.

Pero además, en el balance del sexenio la fortaleza cambiaria es innegable; si hoy terminara la administración la moneda mexicana tendría una apreciación de prácticamente 18 por ciento.

Jamás en la historia de la libre flotación del peso, y tampoco en prácticamente 5 décadas, la moneda mexicana había enfrentado un panorama electoral tan favorable.

Lo que hoy se respira es estabilidad total, gane quien gane. Más allá, al parecer los capitales foráneos seguirán apoyando a la economía nacional, impulsados por el nearshoring.

Esta apreciación y fortaleza en un proceso electoral para renovar la presidencia de la república no la conocían generaciones enteras, para encontrar mexicanos que vivieron otros tiempos de estabilidad total en materia cambiaria habría que preguntarle a los abuelos de la actual generación X, que son a la vez bisabuelos de los Millennials y tatarabuelos de la generación Y; así se relevante y diferente es el escenario que hoy enfrenta el peso.

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